PROAÑO Y ÉTICA
DEL LIDERAZGO SOCIAL
Riobamba, Pedro Pierre. Enero de 2019.
Buenas
noches amigas y compañeras de camino.
Buenas
noches amigos y compañeros de camino.
Gracias
por su invitación, su presencia, su amistad y sus luchas.
Voy
a desmenuzar el significado y el mensaje de la temática que se me pidió
exponer, palabra por palabra: “Proaño y
ética del liderazgo social” para comprender lo que significa celebrar un
aniversario más del nacimiento de nuestro querido Proaño.
PRIMERO PROAÑO: ¡INMENSO, PROAÑO!
Proaño
hace parte de estos personajes que, más pasa el tiempo, más aparecen en su
verdadera dimensión: inmenso como el Chimborazo. Proaño no es sólo el orgullo
de Riobamba o el Ecuador, es el orgullo de la Iglesia de los Pobres y de los
Pueblos de los Pobres, de los Indígenas en particular. Cuando pienso en él,
recuerdo lo que dice el libro de la Biblia llamado ‘Sirácide’, capítulo 44,
donde hace un elogio de los antepasados:
“Hagamos
ahora el elogio de los hombres ilustres, hagamos una reseña de nuestros
antepasados. El Señor les dio una bella gloria, que es una parte de su gloria eterna.
Unos fueron soberanos en sus reinos, hombres famosos por su energía; otros
sobresalieron por sus sabias decisiones, hablaron como profetas. Otros guiaron
al pueblo con sus consejos, le enseñaron con sus palabras llenas de sabiduría.
Otros cultivaron la música, la poesía y la prosa. Otros fueron hombres ricos,
personajes poderosos que vivieron en paz en sus dominios. Todos tuvieron fama
en su vida y fueron un motivo de orgullo para sus contemporáneos. Si bien ellos
dejaron un nombre, y todavía se repiten sus alabanzas, otros cayeron en el
olvido, desaparecieron como si no hubieran existido, y lo mismo ocurrió con sus
descendientes. Pero hablemos de los hombres de bien cuyas buenas obras no se han
olvidado. Sus descendientes han heredado ese hermoso legado, su raza se
mantiene fiel a la Alianza, sus hijos siguen su ejemplo. Su raza durará para
siempre, su gloria no desaparecerá. Sus cuerpos fueron enterrados en la paz,
pero su nombre está vivo por todas las generaciones. Los pueblos cuentan su
sabiduría y la asamblea proclama su alabanza.” Sirácide o Eclesiástico,
capítulo 44).
Por
estas razones que evoca la Biblia, Proaño no es sólo un líder religioso como
profeta de la Iglesia de los Pobres, sino un líder social porque muestra el
camino y la manera de ser líder de un grupo, una familia, una comunidad, un
sindicato, un partido político, un país.
PASEMOS A LA ÉTICA
La
ética es la manera de comportarse con los demás, la naturaleza, Dios. Cada uno
actuamos según normas conscientes o inconscientes. En relación con Proaño, veo
3 normas que lo guiaban:
-
La solidaridad
con las víctimas,
-
La unión de la fe
con la vida y
-
El protagonismo
de los pobres organizados.
1.
“Taita, era tiempo que vinieras”
-
Conocemos esta
frase que le dijo un Indígena cuando, al llegar a su diócesis de Chimborazo, se
dedicó a visitar todas las parroquias y comunidades de la provincia.
-
Al ejemplo de
Jesús, Proaño hizo la opción por los pobres, porque los pobres son las víctimas
inocentes de la injusticia, son los ‘empobrecidos’ tal como los llamaron los
obispos en su reunión latinoamericana de Medellín en 1968. Empobrecidos por los
patronos, empobrecidos por estructuras de explotación, empobrecidos por el
sistema capitalista o neoliberal tal como está pasando ahora en nuestro país.
-
La opción por los
pobres no consiste en hacer visitas a los sectores pobres o a las comunidades
más alejadas, como turistas de la caridad u ONGs paternalistas, porque, de ser
así, se hunde un poco más a los pobres con esta clase de caridad engañosa.
-
Tampoco consiste
la opción por los pobres sólo en vivir pobres entre los pobres, habitar entre
ellos si uno no se despoja de su cabeza de intelectual de escritorio o de clérigo
que lo sabe todo. Proaño decía que su “universidad era la convivencia con los
pobres” que encontraba en cualquier lugar. Y sabemos dónde vivía, fuera de la
ciudad. ¡Ojalá los seminaristas que viven en Santa Cruz se acuerdan de los 2 pequeños
cuartitos desaparecidos donde vivió Proaño, para que “no se olviden, como lo
dijo el papa Francisco en Quito, de dónde vienen” y para qué serán sacerdotes!
-
Cuando Proaño
regresó de la 3ª reunión episcopal latinoamericana en Puebla, México, en mayo
de 1979, no reveló cuál era la verdadera opción por los pobres. Yo tuve la
gracia de estar allí, los primero días de junio en la 1ª reunión nacional de
las Comunidades Eclesiales de Base. Nos dijo Proaño: “La opción por los pobres
consiste en hace nuestras las causas de los pobres. La opción por los pobres no
es facultativa. Es la obligación de todo cristiano”. Nos decía también que “la
opción por los pobres es necesariamente una opción contra la miseria, porque esa
fue la opción de Jesús de Nazaret: Jesús se encarnó en la vida, los
sufrimientos, las esperanzas, las luchas de los pobres de su tiempo, para
sacarlos de todo los que les destruía”. Hoy optar por los pobres es asumir sus causas,
sus luchas, sus opciones: es aprender a pensar y a creer como ellos, a actuar y
luchar con ellos y a la manera de ellos. ‘Ellos’, es decir, los pobres
organizados, conscientes, valientes, no los pobres individualistas,
desorganizados, consumistas, sin identidad… Por eso Proaño decía: “Amo lo que
tengo de indio”. Su fe era la fe de los pobres; por eso escribió “Creo en el
hombre y en la comunidad’. Su pasión era la defensa y la promoción de la causa
de los pobres, en particular de los Indígenas, porque, aunque mestizo, se
reconocía de su raza.
Eso era la ética de Proaño: la solidaridad con las
víctimas. A ver cómo, en este tiempo de campaña electoral, sabemos discernir en
los candidatos a alcalde y prefectos y en los líderes sociales que nos
orientan, gentes que han hecho y hacen suyas las causas de los pobres,
defienden sus causas, promueven sus proyectos, con ellos, desde ellos, según
ellos.
2.
Segundo criterio de Proaño: Unir fe y vida.
Proaño se formó con la espiritualidad de la JOC,
Juventud Obrera Cristiana, en Ibarra, su tierra natal, formando comunidades
juveniles. La característica de esta espiritualidad es la relación contante de
la fe con la vida. Esa era la espiritualidad de Jesús: con él Dios ‘plantó su
tienda’ en medio de nosotros. Por eso Proaño nos invitaba a “caminar con los 2
pies: el pie de la fe y el pie de la organización popular”. Allí están las 2
características del cristiano: la comunidad cristiana y la organización
popular. Un bautizado tiene que tener una comunidad cristiana con la que se
reúne regularmente para discernir las llamadas que Dios le hace en la vida
cotidiana, a la luz de la Palabra de Dios para tomar compromisos. Estos
compromisos llevan a la organización para enfrentar las dificultades personales
y sociales. Un bautizado que se limita a rezar e ir a misa definitivamente no
es cristiano, no es discípulo de Jesús: tal vez sea muy religioso, pero no es
cristiano.
Proaño había descubierto la prioridad del Reino porque
había descubierto que Jesús vino para el Reino: esa fue su misión. Por eso la
Iglesia toda está al servicio del Reino. El papa Pablo 6° lo decía en 1975 y lo
repite el papa Francisco: “El Reino es lo único absoluto; el resto es
relativo”. Lo ‘religioso’ sirve si contribuye a la construcción del Reino. Es
lo que descubrí cuando llegué aquí en Ecuador en 1976. Fui a Santa Cruz y vi
escrito en la pared como objetivo de la diócesis: “Ser un Iglesia que construye
el Reino desde los pobres”. La fe de Proaño era su pasión por el Reino mediante
la liberación de los pobres. Por eso fomentó la organización de los pobres
tanto en la Iglesia como en la sociedad.
3.
Tercer criterio de Proaño: El Reino nace de la
organización y del protagonismo de los pobres.
Proaño fue a la vez un líder religioso y un líder
social. Nos decía que la misión de la Iglesia es la organización de los
cristianos en comunidades que luego se organicen en comités, sindicatos, organizaciones
populares. No es que los curas vamos a organizar a los pobres, a los indígenas
para que defiendan sus derechos y tengan una vida digna. Se trata de animar a
los mismos pobres, los mismos indígenas para que se organicen para una vida
digna, para una Iglesia de los pobres y una Iglesia indígena, para una sociedad
diferente. “Vislumbro, decía Proaño, que la organización indígena es una
alternativa de sociedad tanto en lo económico como en lo político”. Por eso
ayudó a los indígenas de Chimborazo a despertar, valorarse, expresar su
cosmovisión, motivarlos para tener su propia organización afín de incidir en
las estructuras sociales, políticas y económicas del país. Proaño participó de
sus luchas, a veces encabezando sus manifestaciones. ¿Cuándo veremos nuevamente
obispos encabezando las luchas y manifestaciones de los pobres para cambiar el
maldito neoliberalismo que nos gobierna?
De esta solidaridad nace el Movimiento Indígena del
Chimborazo, luego la ECUARUNARI, el movimiento indígena de toda la Sierra, y
luego en 1986 la CONAIE: Confederación de las Nacionalidades Indígenas del
Ecuador con los Indígenas, uniéndose los de la Costa y de la Amazonía.
Para que los pobres y los Indígenas sean los
protagonistas de una vida mejor, para que puedan organizarse, Proaño, en un
primer tiempo, luchó incansablemente por la Reforma Agraria, llorando las
muertes de Lázaro Condo y Cristobal Pajuña. Y, en un segunda tiempo vendió las
haciendas de la diócesis, a pesar de las críticas de cuántos obispos y
sacerdotes escandalizados porque habían hecho la opción por los gamonales, los
hacendados y los ricos.
También habría que hablar de la solidaridad de Proaño
con las luchas de liberación de los pueblos centroamericanos, de su solidaridad
con monseñor Oscar Romero de El Salvador…
Proaño es un modelo deslumbrante de líder eclesial y
social, por eso en toda América Latina y en Europa se lo conoce como “el
profeta de la Iglesia de los pobres” y “el obispo de los Indios”… y ¡cuántos
libros se han escrito y se siguen escribiendo sobre su figura continental e
intercontinental!
EL LIDERAZGO SOCIAL
El liderazgo social es la misión de todos nosotros,
sacerdotes y obispos, católicos y evangélicos, indígenas u mestizos, blancos y
negros. Proaño nos lo exige. Por eso estamos aquí celebramos un año más de su
natalicio, porque celebrar es alegrarnos y comprometernos a seguir la huellas
de aquel que nos enseñó el camino. No se trata de sólo alabar a Proaño; se
trata, bajo su inspiración, de inventar las acciones oportunas, necesarias y
urgentes para continuar su labor tanto en la Iglesia como en la sociedad.
Pienso
no equivocarme en decir que en Ecuador todos los dirigentes sociales que luchan
por la liberación de los pobres y de los Indígenas se reclaman de Proaño. Hay
que ver las fotos de Proaño en sus oficinas, sus camisetas, sus
manifestaciones. Proaño es el orgullo de los pobres, el orgullo de los
Indígenas, el orgullo de los curas que seguimos sus pasos. Lo compruebo cuando
voy en Francia y en otros países de América Latina. “¿De dónde viene?”, me
preguntan. “De Ecuador”. - “¡Ah Ecuador: Proaño, no!” Sí, Proaño simplemente,
el gran Proaño.
Proaño hace parte de esos antepasados que no mueren
ni pasan de moda. ¡Cuántos jerarcas y cuántas autoridades han pasado y siguen
pasando sin dejar huellas, como que si no hubieran existido jamás! ¡Y cuántos
traicionan a Proaño o lo desean ver muerto para siempre, por fin! ¡Dejen de
nombrar a Proaño, estamos en otros tiempos! Proaño es demasiado grande para que
desaparezca. ¿Desaparecerá el Chimborazo? No, es cierto. Tampoco desaparecerá
Proaño, porque no han desaparecido los pobres, siguen esclavos los trabajadores
y los peones, aumentan y emigran los desempleados, desesperan muchos jóvenes,
se destruye la naturaleza, se paganizan las Iglesias.
Con Proaño los cristianos, tenemos un modelo de líder
eclesial. En Proaño los pobres tienen un modelo de liderazgo social. En nombre
de Proaño, Ecuador debe sustituir el modelo neoliberal que nos gobierna: eso no
es de Dios, no es dignidad, no es libertad; es la negación de la vida y del
Reino. ¿Quiénes van a tener este discurso en la campaña electoral que se
avecina? La civilización del Bien vivir es la meta que hay que comenzar o
continuar a vivir en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestras
Iglesias, en nuestro Ecuador. En nombre de la ética cristiana y social que nos
enseñó Proaño.
¡Quiera Dios que así sea, con la bendición de Proaño!
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