martes, 2 de agosto de 2011

JESÚS

J E S Ú S,   M E S Í A S   D E L   R E I N O

Con los Indígenas Anglicanos, Guamote, provincia de Chimborazo.
Abril de 2011. PR.

CONTENIDO
            Introducción
1.      La situación de la Palestina en tiempos de Jesús.
2.      Jesús Cristo es el Señor: Grupos y plenaria
3.      Jesús humano
4.      Cristo profeta del Reino
5.      El Señor de la Vida
6.      Jesús y la religión indígena. Desafíos.
Anexos:
̵            El Movimiento de Jesús por el Reino
̵            La realidad de Palestina en tiempos de Jesús
̵            El Reino fue la misión de Jesús
̵            El seguimiento de Jesús
̵            Crisis, muerte, resurrección y misión
̵            “Solamente el Reino es pues absoluto” (Pablo 6º).



INTRODUCCIÓN

            Se suele decir “Jesús, Profeta del Reino”, para significar que fue el Reino su misión y el eje principal de toda su vida, como de su muerte y resurrección. Parece más justo decir “Jesús, Mesías del Reino”, porque Jesús no sólo vino, como Profeta, a anunciar el Reino y denunciar lo que lo destruía, sino que vino a inaugurarlo como Mesías anunciado por los profetas del Antiguo Testamento. Que nosotros seamos, como él, individualmente y colectivamente “profetas y mesías del Reino, profecía y reinado de Dios”.
            Antes de ver cómo Jesús fue humano, Mesías (Cristo) del Reino y Señor de la Vida, analicemos cómo era la situación de su país, la Palestina, en su época, porque es en esta realidad que vivió y realizó su misión.


   parte :  LA  SITUACIÓN  DE  LA  PALESTINA  EN  TIEMPOS  DE  JESÚS.


            Mensaje: Jesús asumió la condición humana con sus limitaciones y posibilidades. “Igual a nosotros en todo menos en el pecado” (Hebreos 4,15).

A. DIOS QUISO PARA JESÚS UN LUGAR PARTICULAR DE NACIMIENTO
Jesús no nació en la ciudad, ni en una familia rica, ni como sacerdote… Dios quiso que asumiera una opción particular: ser de Nazaret, es decir, pobre en medio de los pobres (Filipenses 2,6-7. “Siendo rico, se hizo pobre’ 2 Corintios 8,9). Esto le creó a Jesús varios condicionamientos que tuvo que aceptar.

a).  La Palestina: Nació en un lugar, fue criado en otro, trabajó de pueblos en pueblos y finalmente sin residencia fija. Nazaret era un pueblo sin importancia (Juan 1,46).
b).  En Galilea: Fue criado en el interior de la Palestina, en Nazaret, una zona rural donde la explotación de los poderosos judíos era más pesada. No tuvo oportunidad de estudiar, tuvo que trabajar como campesino, de la mañana hasta la noche.
c).  La familia de Jesús era campesina: Como todos los judíos del interior, Jesús trabajaba como agricultor. Además, aprendió la profesión de su padre (Mateo 13,55) y servía al pueblo como carpintero (Marcos 6,3). Sabemos que, luego, sus parientes no lo entendían (Marcos 3,21) y sus paisanos se lo molestaban (Juan 7,3-8).
d).  Bajo la ocupación de los Romanos: Su infancia fue marcada por la violencia: los doce primeros años de la vida de Jesús fueron uno de los períodos más violentos de la historia de Palestina.
e).  Uno más durante sus 30 primeros años: Jesús vivió aprendiéndolo todo: en su casa, con la familia y en su comunidad, con el pueblo. Esa fue la escuela de Jesús. No salió de Palestina o sino unos días… La geografía y la cronología de la vida de Jesús son muy limitadas.

Conclusión: La inserción de Jesús en Palestina no es una casualidad: Dios quiso que fuera así. Unos 2000 años antes, tampoco fue casualidad que Dios ayudara a un Pueblo de esclavos a liberarse. Con estos acontecimientos, Dios nos da una clara mensaje que no hay situaciones desesperadas. Si unos esclavos lograron liberarse, no hay situaciones que hagan imposible una vida mejor. Si Jesús aceptó vivir en un tiempo de muchas dificultades y contradicciones, también es posible para nosotros lograr tener una vida, digna, fraternal y solidaria, y alcanzar la felicidad. Como para el Pueblo de Moisés y para Jesús, no nos faltarán problemas y conflictos, pero podemos salir adelante: Jesús y el Pueblo de Dios salieron adelante en las peores crisis. Nos muestran un camino y nos abren paso a la esperanza.

B. UNA SITUACIÓN DE DOBLE ESCLAVITUD: RELIGIOSA Y ROMANA.

a).  La esclavitud por la ley. Después del exilio (538 antes de Jesús), los sacerdotes lo centraron todo en la ley y la raza. La ley tenía un sinnúmero de observancias muy estrictas. Por esto, gran parte del pueblo era imposibilitado de observar la ley y sus muchas normas: quedó marginada como gente ‘ignorante y maldita’ (Juan 7,49; 9,34). La piedad popular con sus devociones y prácticas propias era ambigua y poco liberadora y resistente. Todo esto creaba una situación esclavitud mantenida tanto por los doctores de la ley como por los funcionarios del templo, de la que sacaban provecho.
b).  La esclavitud romana. Los Pueblos dominados debían pagar a Roma fuertes impuestos. El tributo a Roma pesaba más sobre el pueblo sencillo. Por eso, la época de Jesús era de hambre, pobreza, enfermedades, mucho desempleo y endeudamiento. Había clases altas y ricos poderosos, como la de los saduceos y los sacerdotes, comprometidos con los romanos. Había también grupos de oposición a los romanos, como los fariseos y esenios, que se identificaban con las aspiraciones del pueblo. Había muchos conflictos y tensiones sociales, seguidos de una represión sangrienta que mataba sin piedad.
      Todo esto provocaba mucho descontento. Una de las mayores prácticas de Jesús fue esta lucha contra todo lo que destruía y oprimía a las personas.

C. EL MOVIMIENTO POPULAR Y SUS DIVERSAS EXPRESIONES
La doble esclavitud creó una situación confusa, sin alternativa de solución. Había divisiones y conflictos en todos los niveles de la vida: en lo económico, social, político, ideológico, cultural y religioso. Es por esta situación sin salida que el movimiento popular de la época estaba en un proceso de radicalización: buscaba sus propios caminos fuera de la religión oficial y de la represión romana. Poco a poco se iba transformando en un movimiento profético amplio que llamaba al Pueblo a regresar a su origen, es decir, a la Alianza con Dios mediante el proyecto social igualitario de Moisés. Jesús se incorporó en este proceso de radicalización del movimiento popular. Vamos a analizar ahora las varias etapas de este Movimiento Popular desde la llegada de los Romanos.

  1. Unas 2 etapas hasta el nacimiento de Jesús
a).  Una rebelión popular sin rumbo, del 63 al 37 antes de Jesús (aC.). Nunca el pueblo de Jesús aceptó la dominación romana. Las pequeñas revueltas eran destruidas en cuanto aparecían.
b).  Represión y desarticulación del movimiento popular, del 37 al 4 aC. en el período de Herodes. Fue el tiempo de una mayor organización por la presencia de líderes que levantaban al pueblo. Pero todo terminaba en matanzas terribles.
Jesús nació en esa época, al final del gobierno de Herodes, entre el año 4 y 6 aC.

  1. Las grandes tensiones en los años de Jesús
a).  Revoluciones mesiánicas, del 4 aC. al 6 dC.
Fue el tiempo de Arquelao, cuya primera acción el día de su posesión fue matar a miles de judíos presentes en Jerusalén. Los líderes de este período apelaban a las antiguas promesas hechas a David y se presentaban como ‘Rey y Mesías’. La represión romana fue lenta, pero violenta: Séforis, capital de Galilea, apenas a ocho kilómetros de Nazaret, fue arrasada y su población esclavizada. Jerusalén se rindió y escapó de la destrucción, pero dos mil revoltosos fueron presos y crucificados alrededor de la ciudad.
      En esa época, el niño Jesús salía de la infancia y entraba en la adolescencia: ‘crecía en sabiduría, estatura y gracia delante de Dios y de los hombres. (Lucas 2,52).

b). Celo por la ley y tiempo de revisión, del 6 al 27 dC.
En el año 6 dC., después de la destrucción de Séforis, Roma asumió directamente el control de la Palestina mediante gobernadores romanos. El gobierno judío continuaba en las manos del Sumo Sacerdote, nombrado por Roma. Un censo fue decretado para reorganizar la administración interna y garantizar el cobro del tributo. Esto provocó una fuerte reacción popular, inspirada en el celo por la Ley. Esta época marcó otro paso más en este proceso de radicalización de la lucha del pueblo: esto preparó el movimiento de los 'zelotes', guerrilleros contra los romanos.
      En este período, el joven Jesús, llegando a la edad de doce años, comenzaba a participar plenamente de la vida de la comunidad. Vivía en el campo de Nazaret y trabajaba de sus manos, y ayuda a la gente de su región prestando servicios como carpintero. Y esto durante casi veinte años, desde los 12 hasta los 30 años de edad.

  1. Reaparecen los Profetas, del 27 al 69 dC.

a).  Un sinnúmero de Profetas. El primero fue Juan Bautista, a su alrededor creció un enorme movimiento. Poco después vino Jesús. Después, llegaron otros profetas: en los años 36, 45, 56 y 60, según el historiador por Flavio Josefo.
b).  ¿Qué pretendían estos profetas, y qué significaban para el pueblo? Querían rehacer la historia: convocaban al pueblo para el nuevo éxodo, anunciaban el comienzo de un nuevo Año Jubilar, o sea, la liberación de los pobres y pedían un cambio en el modo de vivir. Como en el tiempo de Moisés, quieren revivir la Alianza y el proyecto igualitario de Moisés.
c).  Actitud de las autoridades, tanto judías como romanas. Vivían ajenos al movimiento popular y no percibían la gravedad del momento ni la necesidad de un cambio radical en el rumbo del país. Tampoco eran capaces de reconocer la llegada del Reino en medio de los pobres (Mateo 11,25). Pilato pensaba que Jesús era un revoltoso igual que Barrabás (Marcos 15,7) y lo confundió con los anteriores reyes mesiánicos (Marcos 15.9), que eran unos ‘ladrones e impostores’.
d). La espera del Reino de Dios.
̵            El pueblo era como un rebaño sin pastor (Mateo 9,36). Vivía a la espera de algo nuevo, algo como la llegada del Reino.
̵            Fue en este contexto bien preciso que Jesús recibió y asumió su misión de Profeta. Él sentía dolor de su Pueblo (Marcos 6,34; 8,2) y quiso congregarlo en torno al Reino de Dios (Lucas 13,34). Situándose dentro del proceso amplio del movimiento popular, lo ayudó a dar un paso más, el paso que faltaba. Desveló el llamado de Dios y reveló la presencia del Reino entre los pobres (Mateo 4,17).


   parte :  JESUS  CRISTO  ES  EL  SEÑOR.


A. REUNIONES POR GRUPO SOBRE

1.      Jesús humano
̵            ¿Qué aspectos humanos conocemos de la vida de Jesús?
̵            De todo esto, ¿qué nos parece lo más significativo?
̵            ¿Qué lecciones sacamos para nosotras y nosotros?

2.      Cristo profeta del Reino
̵            Según Jesús, ¿qué novedades trae la vivencia del Reino para las personas, las relaciones humanas, la vida en comunidad, con la naturaleza?
̵            A partir de todo esto, ¿qué es lo más importante en el Reino de Dios?
̵            ¿Qué lecciones sacamos para nosotras y nosotros?

3.      El Señor de la Vida
̵            ¿Por qué motivos se llegó a la ejecución de Jesús en la cruz?
̵            ¿Qué mensajes trajo la resurrección de Jesús a sus discípulos?
̵            ¿Qué lecciones sacamos para nosotras y nosotros?


B. COMENTARIOS A LOS APORTES DE LOS GRUPOS: “JESÚS CRISTO ES EL SEÑOR”.

“ J E S U S   C R I S T O   E S   E L   S E Ñ O R ”

CONTENIDO
1.      Nuestro encuentro actual es con el resucitado.
2.      El hombre Jesús.
3.      Jesús el Cristo: profeta del Reino.
4.      El Señor es el resucitado.
5.      Nuestro testimonio.


Nuestra experiencia de Jesús es con el resucitado, como fue el caso para San Pablo: Pablo no conoció al Jesús humano en la tierra de Palestina, sin en el camino a Damasco. “¿Quién eres, Señor? - ¿Yo soy Jesús a quien tú persigues?” (Hechos 9,4-5): Jesús es el Señor que se identifica con sus discípulos. En las personas se tiene que hacer la experiencia de Jesucristo. No solamente conocerlo como se conoce un personaje histórico del pasado, sino reconocerlo vivo hoy en los demás especialmente en los pobres. Esto es ser cristianos: los que seguimos a Jesús porque está vivo entre nosotros hoy. A partir de ahí, nos preguntamos y buscamos saber quién fue este Jesús, este Cristo y cómo resucitó, ayer. Esto se consigue con la lectura del Evangelio, los comentarios de los especialistas y las luces que nos da el Espíritu. Vamos a seguir 3 pasos para entrar en este conocimiento y reconocimiento de Jesús: el hombre que fue Jesús, Jesús el Cristo como profeta del Reino y Jesucristo como el Señor resucitado.

A. EL HOMBRE JESÚS: SU IDENTIDAD Y SU VIDA COMO HUMANO
Para conocer al Jesús histórico, tenemos que buscar cómo nos lo presentan los Evangelios, para descubrir allí su rostro humano. Con la ayuda de los especialistas, encontramos lo siguiente:

1.      Su familia es originaria de Galilea. La Galilea era una región marginal y marginada por los de la capital. Era una región fértil, pero su gente era rebelde, bulliciosa. La familia de Jesús es humilde: María es una mujer del Pueblo, José es carpintero, trabajador manual. Jesús no eligió la capital ni una familia e renombre, busca la periferia, la sencillez, la pobreza.
2.      Nace durante un viaje: en Belén, lejos de Nazaret y de Jerusalén, en el campo, en medio de pastores, gente poco recomendable en esa época. Pero recibe la visita de los magos, unos sabios extranjeros, que han descubierto su nacimiento en una estrella fugaz. Por envidias del rey Herodes tiene que exiliarse y vivir en país extraño, porque lo quieren matar. Jesús comenzó muy tierno a sufrir las consecuencias de la pobreza y de la realidad de los pobres.
3.      A los 12 años, toma su primer iniciativa de joven: se queda a Jerusalén, la capital, sin el permiso d sus padres. El Templo era el centro de todo: no sólo del país, sino de la fe de su Pueblo. Todo se decidía allí: los sacerdotes eran el gobierno, dictaban las leyes, tenían su policía, la fianzas….Par Jesús había mucho que aprender en Jerusalén: una visita de paso no era suficiente.
4.      Luego 18 años de silencio: Jesús se va a encarnar en la vida de su Pueblo y de su país, para aprenderlo a conocer todo.
̵            Conoce la naturaleza: las puestas del sol, las montañas, los ríos, el mar, los pájaros, las flores…
̵            Conoce los distintos trabajos de su gente, del campesino, del artesano, de las mujeres, de los pescadores…
̵            Conoce la dominación de los romanos, su impuestos, del simple soldado a los capitanes… Sabe cómo arrasaron con Séforis, capital de la Galilea (a 6 km. de Nazaret), por rebelar contra ellos.
̵            Conoce los movimientos populares y religiosos de su época, cada uno con su propia visión del Reino:
. Para los sacerdotes, el Reino se confundía con el poder bajo todas sus formas.
. Para los fariseos y saduceos, el Reino consistía en cumplir la Ley: ellos eran los encargados de explicarla.
. Para los zelotes, el Reino era de los judíos, por eso había que echar fuera a los romanos y por medios violentos.
. Para los esenios, el Reino consistía en retirarse en el desierto y limitarse en lo espiritual.
. Para Juan Bautista, el Reino era cambiar de vida para escapar a la condenación. Será con el que Jesús se identificó más.
̵            Conoce también Jesús el plan de Dios, por ir, sábados tras sábados, a la sinagoga, a Jerusalén cada año, por rezar a solas con su Padre… Jesús se adentra en la Biblia, hace suyo el Antiguo Testamento, descubre el proyecto de Moisés, el mensaje de los profetas, la esperanza de los pobres,…

Humano, Jesús lo quedará toda la vida: conociendo la sed, como en el pozo de Jacob donde pide a una Samaritana un poco de agua; siente el cansancio y duerme en la barca mientras se desata una tempestad sobre el lago; saborea la amistad de los 12 y de otros amigos y amigas, Lázaro, Marta y María, María Magdalena, y las que lo acompañaron hasta el pie de la cruz; llora la muerte de Lázaro y sobre su ciudad que no ha ‘querido escuchar el mensaje de paz’ que el traía; suda sangre antes de enfrentar los maltratos, las humillaciones las torturas por seguir fiel a su misión de mantenerse solidario con los pobres: la cruz será el precio a pagar por esta solidaridad; descubre poco a poco su misión y los caminos para cumplirla; se siente abandonado por su Padre cuando lo crucifican, pero que confía en el hasta el final: ‘He cumplido. Entre tus manos pongo mi espíritu’.

Jesús, humano hasta el extremo.

B. JESÚS, EL CRISTO: PROFETA DEL REINO.
Este Jesús humano pasa a ser el Cristo, el Mesías, el Ungido de Dios, la Palabra de Dios, el Maestro, el Buen Pastor, el Hijo del Hombre,… Jesús es el Emanuel, o sea, ‘Dios con nosotros’; y el Emanuel es Jesús, o sea, ‘Salvador’, durante 3 años: no lo dejaron más.

1.      Tres años de vida comunitaria itinerante
̵            Jesús decide formar una Comunidad estable que sea una muestra del Reino.
̵            Esta Comunidad era compuesta de varones y mujeres.
̵            Esta Comunidad vivía el compartir de bienes, las comidas colectivas, una bolsa común.
̵            Era una Comunidad itinerante que se desplazaba de pueblos en pueblos para anunciar el Reino en palabras, hechos y por el mismo testimonio de vida comunitaria.

2.      Tres años de charlas a la vez muy sencillas y muy profundas
Jesús quiere revelar el verdadero rostro de su Padre, manifestar su proyecto de vida, su sueño de que su Reino se haga realidad. Quiere manifestar también cómo tienen que vivir los seres humanos para ser felices desde ya y para siempre. Entonces Jesús encuentra a todos los que se cruzan por su camino, especialmente a los pobres, a las mujeres muy discriminadas. Anima a todo aquel que busca una luz y lo invita a dar un paso más. Habla de la vida, de los problemas, de la naturaleza, de los acontecimientos,… de tal modo que todos y todas puedan entenderlo y seguirlo.

3.      Tres años de milagros para manifestar que el Reino y está.
El sueño de Dios no es un engaño o una promesa para mañana: ya se hace presente a través de él. Sus milagros  demuestran que un nuevo modo de vivir es posible y que el mal no tiene la última palabra. Por él, Dios quiere un mundo sin hambre, sin enfermedades, sin llanto, sin muerte, Por él, Dios busca establecer la armonía del ser humano consigo mismo, con la naturaleza, con la demás, afín que la comunión con su Padre sea una realidad. Por é, Dios quiere que triunfe la vida, el amor, la felicidad. Los milagros de Jesús anticipan esta realidad.

4.      Tres años de conflictos que terminan con su muerte.
El pecado y la maldad no se dan por vencidos así no más. Jesús va a pasar por muchos conflictos a lo largo de su misión: el mal se la cruza por el camino en todo momento, porque anida en todos y en todas.
̵            Conflictos con su propia familia: esta lo cree loco y mandan a su madre María para que Jesús regrese a casa y se quede tranquilo. ‘¿Quién es mi madre, quiénes son mis hermanos? Todo aquel que hace la voluntad de mi Padre es mi madre y mis hermanos’.
̵            Conflictos con su mismo pueblo, Nazaret: no cree en él y hasta lo quiere echar al barranco. ‘Pero el, pasando en medio de ellos siguió su camino’
̵            Conflictos con sus apóstoles: se disputan el primer lugar, dudan de él, no entiendo lo del Reino, ni de su muerte y resurrección; Pedro le cierra el camino a Jerusalén y lo niega 3 veces, Judas lo traiciona, todos se duermen mientras vienen apresarlo y luego todos se corren.
̵            Conflictos con las autoridades de su tiempo: Jesús viene a manifestar a un Dios liberador de las personas y relaciones de igualdad y de justicia. Los sacerdotes se han adueñado de la religión y de la gente. Jesús hace tambalear su autoridad y sus privilegios: la solución es suprimirlo, manipulando al Pueblo.

Convivencia, charlas, milagros, conflictos: los 3 años terminan con su muerte, en fracaso aparente.

C. JESUCRISTO ES EL SEÑOR RESUCITADO
Dios no podía dejar que la maldad triunfe del amor, la mentira de la verdad, la injusticia del servicio, el odio del perdón, la muerte de la vida. Por eso, resucitó a Jesús. Desde ahí, todo cambiaba: terminaba la desesperanza, se acababa el miedo, finalizaba la tristeza, se hundía la muerte. Y se abría la puerta de la esperanza, la ventana de la confianza y el camino de la felicidad. Todo podía comenzar de nuevo.

1.      Jesús resucitado pasó 40 días más con sus apóstoles
̵            Había que finiquitar la tarea para que el proyecto del Reino siga adelante. Había que devolver la confianza en estos apóstoles confundido:
̵            Tuvo Jesús que caminar 30 kilómetros con Dios discípulos de Emaús par que entiendan que ‘el Mesías debía sufrir y morir para entrar en su gloria’.
̵            Tuvo Jesús que seguir demostrando amistad y ternura a sus amigos y amigas: a Magdalena que lo vio, la primera, resucitado, para que los apóstoles descubran el valor de los pequeños, a los que habían pescado toda una noche en vano para que el desayuno en la playa selle un compromiso sin falla.
̵            Tuvo Jesús que preguntarle 3 veces a Pedro si lo amaba de verdad para que pueda ‘confortar a sus hermanos en la fe’.

2.      Jesús resucitado envió el Espíritu
‘No tengan miedo. Estaré con Uds. hasta que se termine este mundo. No los dejaré huérfanos, sino que les enviaré el Espíritu’. El Espíritu va a ser la nueva presencia de Jesús con sus seguidores. Cada uno lo recibe para tener la luz, la fuerza y la sabiduría necesarias para continuar la tarea de construir el Reino. No se encerrará exclusivamente en ningún grupo particular, sino que será el motor del bien que se hagan cualquier parte: se adelanta a Pedro cuando este va a predicar la Buena Nueva a los gentiles, y precede a Pablo cuando este evangeliza a los paganos para que sus corazones se abran al Evangelio.

Hoy el resucitado sigue caminado con nosotros y enviándonos su Espíritu, para que colaboremos en la obra del Reino.

C. NOSOTROS SOMOS TESTIGOS DEL RESUCITADO.
Nos toca hacer presente al resucitado y a ayudar a otros y otras a reconocerlo, para continuar juntos su obra: la continuación del Reino. Ahora somos su Palabra, actualizamos sus milagros, completamos ‘lo que falta a su pasión’, hacemos real y viva su resurrección, por la fuerza de su Espíritu. Nuestra tarea es triple: reconocerlo como resucitado, manifestar su presencia viva y celebrarlo alegremente.

1.      Primero reconocerlo, como lo reconoció Pablo en el camino a Damasco.
Pablo no conoció al Jesús humano como los demás apóstoles, sino que lo reconoció resucitado. Nosotros, de igual manera, Jesús se nos revela no solamente en la oración, la Palabra de Dios y los sacramentos, sino sobre todo en los acontecimientos y las personas que nos rodean, especialmente en los pobres y en las organizaciones humanas que viven los valores del Reino. Ayudémonos a ver esta presencia constante del resucitado en medio de nosotros y alimentemos nuestra oración de esta presencia vivificadora.

2.      Luego, comunicar este reconocimiento del resucitado
No podemos quedarnos solo en reconocer a Jesús resucitado, sino confesarlo, primero, entre nosotros y nosotras, luego con los que nos rodean. Esto fortalecerá nuestra esperanza y nuestros esfuerzos de vivir según el Evangelio de Jesús; esto ayudará a nuestros hermanos y hermanas a revivir en su fe y compromiso.

3.      En fin, celebrarlo humana y cristianamente
Es el tercer paso queda a nuestro vivir cristiano su plena dimensión: la de la fiesta, desde nuestra fe. Espontáneamente, nuestra gente sencilla sabe celebrar loa pequeños logros y éxitos de su vida, de sus esfuerzos y de sus luchas. Y en estas celebraciones muchas veces están presentes una oración y una Palabra de Dios. Es un camino que hay que valorar y acostumbrar. Estas celebraciones darán una dimensión transcendental a lo que hacemos, buscamos y somos: como si tocáramos del dedo al resucitado. Luego nos será más fácil rezar, discernir la vocación y la misión que nos toca realizar, integrarnos como comunidad viva y continuar a trabajar por el Reino.


   parte :  JESÚS  Y  LA  RELIGIÓN  INDÍGENA.


            La religión indígena tiene su propio camino por conocer a Dios, encontrarse con él y seguir sus llamados. El mensaje de Cristo puede aportar un enriquecimiento. ¿Cuáles son los desafíos de la inculturación y del pluralismo religioso?  Recordemos lo que decía Leonardo Boff por los años ’90: “No habrá nueva evangelización si no se parte de las religiones indígenas”. Veamos cómo Jesús actuó con lo que no pertenecían a la religión judía y luego cómo se plantea ahora las relaciones entre las grandes religiones.

A. JESÚS Y LOS NO JUDÍOS

1.      El respeto de Jesús a toda religión
Cuando se mira a Jesús, llama la atención su apertura a todas y todos: para él no hay frontera religiosa. He aquí 3 ejemplos del mismo Jesús: con una mujer samaritana, un militar romano y una mujer extranjera.
̵            Jesús, además de revelarse a la Samaritana (Juan 4,23-24) le dice: “Llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Entonces serán verdaderos adoradores del Padre, tal como él mismo los quiere. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad".
̵            Jesús cura a la hija de un centurión romano (Mateo 8,10-12): "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe. Yo se lo digo: vendrán muchos del oriente y del occidente para sentarse a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos, mientras que los que debían entrar al reino serán echados a las tinieblas de afuera: allí será el llorar y rechinar de dientes".
̵            En la curación de la hija de una mujer del país de Tiro y Sidón, Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo".”

Más que para inaugurar una nueva religión, Jesús vino para hace acontecer el Reino de Dios.
̵            Para ser claro a la pregunta: “¿quién fundó la religión católica tal como la conocemos ahora?”, hay que responder: “el emperador Constantino que ni siquiera era cristiano” (fue bautizado en su lecho de muerte).
̵            Jesús no vino para fundar una nueva religión (Mateo 12,6-8): “Yo se lo digo: "ustedes tienen aquí algo más que el Templo. Y si ustedes entendieran estas palabras: Quiero misericordia, no sacrificios, ustedes no condenarían a quienes están sin culpa. Además, el Hijo del Hombre es Señor del sábado".”
̵            Escribió el apóstol Santiago (1,26-27): “Si alguno se cree muy religioso, pero no controla sus palabras, se engaña a sí mismo y su religión no vale. La religión verdadera y perfecta ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus necesidades y no contaminarse con la corrupción de este mundo.”
̵            San Pablo escribió a los Romanos: “Les ruego, pues, hermanos, por la gran ternura de Dios, que le ofrezcan su propia persona como un sacrificio vivo y santo capaz de agradarle; este culto conviene a criaturas que tienen juicio”.
̵            Jesús nunca quiso que se le diera un culto… El movimiento religioso que Jesús inició a favor del Reino, poco a poco se convirtió en culto cristiano y luego en religión oficial al servicio del imperio romano… ¡el mismo que había crucificado a Jesús!

2.      “El reino es lo único absoluto”
Recodemos lo que dijo el papa Pablo 6º en su Carta encíclica (1975) “la Evangelización de los Pueblo”, 8: “Cristo, en cuanto evangelizador, anuncia ente todo un Reino, el Reino de Dios; tan importante que, en relación a él, todo se convierte en ‘lo demás’ que es dado por añadidura (Mateo 6,33). Solamente el Reino pues es absoluto y todo el resto es relativo. El Señor se complacerá en describir de muy diversas maneras la dicha de pertenecer a ese Reino, una dicha paradójica hecha de cosas que el mundo rechaza (Mateo 5,3-12); las exigencias del Reino y su carta magna (Mateo 5-7), los heraldos del Reino (Mateo 10), los misterios del mismo (Mateo 13), sus hijos (Mateo 18), la vigilancia y la fidelidad requerida a quien espera su venida definitiva (Mateo 24-25)”.
“De niño aprendí que la religión no es más que un método con el título de ‘Prohibido pensar’ porque todo está escrito” Arjona.

B. LOS PLANTEAMIENTOS DEL PLURALISMO RELIGIOSO

            Hemos visto el papel de los cristianos en general. Pero ¿qué pasa cuando se es indígena? A mi parecer, el desafío es doble: ¿cómo ser indígenas e indígenas cristianos hoy? Miremos los pasos de la evangelización cristiana hasta hoy para sacar nuevas conclusiones.

1º paso: “Para poder ser cristianos, tienen que dejar de ser indígenas”.
            Esto fue el lema de la conquista… que se siguió hasta el Concilio Vaticano 2º (1965). Lastimosamente se sigue todavía hoy en la mayoría de las parroquias y diócesis católicas. Monseñor Leonidas Proaño fue el pionero de una evangelización diferente.

2º paso: “Se puede ser cristianos indígenas, pero el cristianismo es prioritario”.
            Eso fue el proceso de inculturación que se dio a partir de las reuniones de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992), Aparecida (2007). La meta era inculturar la liturgia, el Evangelio, la Iglesia y la fe cristiana, tomando de las culturas indígenas “lo que era lo mejor”.
            Era una manera de mantener el dominio cristiano: se decidía desde el cristianismo lo que era bueno y malo en las culturas indígenas. Monseñor Proaño tenía una visión más amplia y respetuosa.

3º paso: “Los Indígenas pueden ser cristianos, pero siendo primero indígenas”.
            Es el proceso del pluralismo religioso, donde se afirma el valor y la validez de todas las religiones. La religión indígena es reconocida como verdadera y salvadora. No hay exclusivismo ni dominación de ninguna (grande) religión en particular: toda religión tiene que enriquecerse con las demás, pero desde su visión y sus necesidades. Son los Indígenas que tienen que decir qué es lo que les sirve de la religión cristiana, y de las demás religiones.


CONCLUSIÓN : Jesús  como  desafío  para  la  cosmovisión-religión  indígena.

1.      ¿Es Viracocha el Mesías de los Indígenas? ¿Cuál es su mensaje fundamental?
2.      ¿Cuál es el corazón de la Cosmovisión indígena? ¿La armonía?...
3.      ¿Qué aporte trae a la Cosmovisión indígena la visión de Jesús sobre el Reino (desde el protagonismo de los pobres)?
4.      ¿Qué aportes trae a la visión de Jesús sobre el Reino la Cosmovisión indígena?
5.      ¿Cómo se sienten llamados los indígenas cristianos a fortalecer el Movimiento indígena en su visión de los pobres protagonista de una nueva sociedad?
6.      ¿Cuáles serían los pasos hacia una religión cristiana indígena?



 Anexo :  EL  MOVIMIENTO  DE  JESÚS  POR  EL  REINO.

A partir de varios autores, febrero de 2011. PR.

Contenido
1.      La realidad de Palestina en tiempos de Jesús
2.      El Reino fue la misión de Jesús
3.      El seguimiento de Jesús
4.      Crisis, muerte, resurrección y misión


  parte :  LA  SITUACIÓN  DE  LA  PALESTINA  EN  TIEMPOS  DE  JESÚS


            Mensaje: Jesús asumió la condición humana con sus limitaciones y posibilidades. “Igual a nosotros en todo menos en el pecado” (Hebreos 4,15).

A. DIOS QUISO PARA JESÚS UN LUGAR PARTICULAR DE NACIMIENTO
Jesús no nació en la ciudad, ni en una familia rica, ni como sacerdote… Dios quiso que asumiera una opción particular: ser de Nazaret, es decir, pobre en medio de los pobres (Filipenses 2,6-7. “Siendo rico, se hizo pobre’ 2 Corintios 8,9). Esto le creó a Jesús varios condicionamientos que tuvo que aceptar.

1.      La Palestina: Nació en un lugar, fue criado en otro, trabajó de pueblos en pueblos y finalmente sin residencia fija. Nazaret era un pueblo sin importancia (Juan 1,46).
2.      En Galilea: Fue criado en el interior de la Palestina, en Nazaret, una zona rural donde la explotación de los poderosos judíos era más pesada. No tuvo oportunidad de estudiar, tuvo que trabajar como campesino, de la mañana hasta la noche.
3.      La familia de Jesús era campesina: Como todos los judíos del interior, Jesús trabajaba como agricultor. Además, aprendió la profesión de su padre (Mateo 13,55) y servía al pueblo como carpintero (Marcos 6,3). Sabemos que, luego, sus parientes no lo entendían (Marcos 3,21) y sus paisanos se lo molestaban (Juan 7,3-8).
4.      Bajo la ocupación de los Romanos: Su infancia fue marcada por la violencia: los doce primeros años de la vida de Jesús fueron uno de los períodos más violentos de la historia de Palestina.
5.      Uno más durante sus 30 primeros años: Jesús vivió aprendiéndolo todo: en su casa, con la familia y en su comunidad, con el pueblo. Esa fue la escuela de Jesús. No salió de Palestina o sino unos días… La geografía y la cronología de la vida de Jesús son muy limitadas.

Conclusión: La inserción de Jesús en Palestina no es una casualidad: Dios quiso que fuera así. Unos 2000 años antes, tampoco fue casualidad que Dios ayudara a un Pueblo de esclavos a liberarse. Con estos acontecimientos, Dios nos da una clara mensaje que no hay situaciones desesperadas. Si unos esclavos lograron liberarse, no hay situaciones que hagan imposible una vida mejor. Si Jesús aceptó vivir en un tiempo de muchas dificultades y contradicciones, también es posible para nosotros lograr tener una vida, digna, fraternal y solidaria, y alcanzar la felicidad. Como para el Pueblo de Moisés y para Jesús, no nos faltarán problemas y conflictos, pero podemos salir adelante: Jesús y el Pueblo de Dios salieron adelante en las peores crisis. Nos muestran un camino y nos abren paso a la esperanza.

B. UNA SITUACIÓN DE DOBLE ESCLAVITUD: RELIGIOSA Y ROMANA.

1.      La esclavitud por la ley. Después del exilio (538 antes de Jesús), los sacerdotes lo centraron todo en la ley y la raza. La ley tenía un sinnúmero de observancias muy estrictas. Por esto, gran parte del pueblo era imposibilitado de observar la ley y sus muchas normas: quedó marginada como gente ‘ignorante y maldita’ (Juan 7,49; 9,34). La piedad popular con sus devociones y prácticas propias era ambigua y poco liberadora y resistente. Todo esto creaba una situación esclavitud mantenida tanto por los doctores de la ley como por los funcionarios del templo, de la que sacaban provecho.
2.      La esclavitud romana. Los Pueblos dominados debían pagar a Roma fuertes impuestos. El tributo a Roma pesaba más sobre el pueblo sencillo. Por eso, la época de Jesús era de hambre, pobreza, enfermedades, mucho desempleo y endeudamiento. Había clases altas y ricos poderosos, como la de los saduceos y los sacerdotes, comprometidos con los romanos. Había también grupos de oposición a los romanos, como los fariseos y esenios, que se identificaban con las aspiraciones del pueblo. Había muchos conflictos y tensiones sociales, seguidos de una represión sangrienta que mataba sin piedad.
      Todo esto provocaba mucho descontento. Una de las mayores prácticas de Jesús fue esta lucha contra todo lo que destruía y oprimía a las personas.

C. EL MOVIMIENTO POPULAR Y SUS DIVERSAS EXPRESIONES
La doble esclavitud creó una situación confusa, sin alternativa de solución. Había divisiones y conflictos en todos los niveles de la vida: en lo económico, social, político, ideológico, cultural y religioso. Es por esta situación sin salida que el movimiento popular de la época estaba en un proceso de radicalización: buscaba sus propios caminos fuera de la religión oficial y de la represión romana. Poco a poco se iba transformando en un movimiento profético amplio que llamaba al Pueblo a regresar a su origen, es decir, a la Alianza con Dios mediante el proyecto social igualitario de Moisés. Jesús se incorporó en este proceso de radicalización del movimiento popular. Vamos a analizar ahora las varias etapas de este Movimiento Popular desde la llegada de los Romanos.

1.      Unas 2 etapas hasta el nacimiento de Jesús
a).  Una rebelión popular sin rumbo, del 63 al 37 antes de Jesús (aC.). Nunca el pueblo de Jesús aceptó la dominación romana. Las pequeñas revueltas eran destruidas en cuanto aparecían.
b).  Represión y desarticulación del movimiento popular, del 37 al 4 aC. en el período de Herodes. Fue el tiempo de una mayor organización por la presencia de líderes que levantaban al pueblo. Pero todo terminaba en matanzas terribles.
Jesús nació en esa época, al final del gobierno de Herodes, entre el año 4 y 6 aC.

2.      Las grandes tensiones en los años de Jesús
a).  Revoluciones mesiánicas, del 4 aC. al 6 dC.
Fue el tiempo de Arquelao, cuya primera acción el día de su posesión fue matar a miles de judíos presentes en Jerusalén. Los líderes de este período apelaban a las antiguas promesas hechas a David y se presentaban como ‘Rey y Mesías’. La represión romana fue lenta, pero violenta: Séforis, capital de Galilea, apenas a ocho kilómetros de Nazaret, fue arrasada y su población esclavizada. Jerusalén se rindió y escapó de la destrucción, pero dos mil revoltosos fueron presos y crucificados alrededor de la ciudad.
      En esa época, el niño Jesús salía de la infancia y entraba en la adolescencia: ‘crecía en sabiduría, estatura y gracia delante de Dios y de los hombres. (Lucas 2,52).

3.      Celo por la ley y tiempo de revisión, del 6 al 27 dC.
En el año 6 dC., después de la destrucción de Séforis, Roma asumió directamente el control de la Palestina mediante gobernadores romanos. El gobierno judío continuaba en las manos del Sumo Sacerdote, nombrado por Roma. Un censo fue decretado para reorganizar la administración interna y garantizar el cobro del tributo. Esto provocó una fuerte reacción popular, inspirada en el celo por la Ley. Esta época marcó otro paso más en este proceso de radicalización de la lucha del pueblo: esto preparó el movimiento de los 'zelotes', guerrilleros contra los romanos.
      En este período, el joven Jesús, llegando a la edad de doce años, comenzaba a participar plenamente de la vida de la comunidad. Vivía en el campo de Nazaret y trabajaba de sus manos, y ayuda a la gente de su región prestando servicios como carpintero. Y esto durante casi veinte años, desde los 12 hasta los 30 años de edad.

4.      Reaparecen los Profetas, del 27 al 69 dC.

a).  Un sinnúmero de Profetas. El primero fue Juan Bautista, a su alrededor creció un enorme movimiento. Poco después vino Jesús. Después, llegaron otros profetas: en los años 36, 45, 56 y 60, según el historiador por Flavio Josefo.
b).  ¿Qué pretendían estos profetas, y qué significaban para el pueblo? Querían rehacer la historia: convocaban al pueblo para el nuevo éxodo, anunciaban el comienzo de un nuevo Año Jubilar, o sea, la liberación de los pobres y pedían un cambio en el modo de vivir. Como en el tiempo de Moisés, quieren revivir la Alianza y el proyecto igualitario de Moisés.
c).  Actitud de las autoridades, tanto judías como romanas. Vivían ajenos al movimiento popular y no percibían la gravedad del momento ni la necesidad de un cambio radical en el rumbo del país. Tampoco eran capaces de reconocer la llegada del Reino en medio de los pobres (Mateo 11,25). Pilato pensaba que Jesús era un revoltoso igual que Barrabás (Marcos 15,7) y lo confundió con los anteriores reyes mesiánicos (Marcos 15.9), que eran unos ‘ladrones e impostores’.
d). La espera del Reino de Dios.
̵            El pueblo era como un rebaño sin pastor (Mateo 9,36). Vivía a la espera de algo nuevo, algo como la llegada del Reino.
̵            Fue en este contexto bien preciso que Jesús recibió y asumió su misión de Profeta. Él sentía dolor de su Pueblo (Marcos 6,34; 8,2) y quiso congregarlo en torno al Reino de Dios (Lucas 13,34). Situándose dentro del proceso amplio del movimiento popular, lo ayudó a dar un paso más, el paso que faltaba. Desveló el llamado de Dios y reveló la presencia del Reino entre los pobres (Mateo 4,17).


   parte :  EL  REINO  FUE  LA  MISIÓN  DE  JESÚS.


            Mensaje: Jesús anunció y desveló la llegada del reino de Dios. ‘Díganle a Juan lo que están viendo y oyendo’ (Mateo 11,4).

            Juan Bautista predicaba el Reino de Dios en el desierto: “Conviértanse; el hacha está a la raíz de todo árbol malo”. Jesús se adhirió a su mensaje de Juan Bautista. Cuando Jesús supo que Juan Bautista estaba preso, volvió a Galilea (Mateo 4,12) y asumió su misión. Comenzó a recorrer el país con este mensaje: ‘El plazo está vencido, el Reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva’ (Marcos 1,15). ‘El Reino de Dios ya está en medio de ustedes’ (Lucas 17,21).Su llegada era pura gratuidad, don de Dios. El esfuerzo a realizar consistía en aceptar este Reino y comprometerse con él.
            ¿Qué análisis hacía Jesús de la realidad para llegar a esta conclusión? ¿Dónde estaba ese Reino? Jesús pensaba que la persona que cambiase su vida por causa de él y de su práctica, es decir viviendo como él vivía, también cambiaría su modo de ver y se volvería capaz de percibir la llegada del Reino (Mateo 11,25; 13,11). El Reino lo iba a cambiar todo: lo religioso como lo socio-político. Juan había dado a comprender que el Reino estaba llegando no a través de un juicio de fuego; Jesús veía que por medio del servicio que prestaba al pueblo, el Reino se hacía presente. Vamos a ver algunos aspectos de esta práctica de Jesús, en que el Reino se hacía presente: son unas señales de la presencia del Reino mediante la práctica propia de Jesús.

A. JESÚS CONVIVIÓ CON LOS MARGINADOS Y LOS ACOGIÓ
      Jesús ofreció un lugar a los que no tienen lugar en la convivencia humana de su país. Recibió a los que no eran recibidos:
̵            Los inmorales como prostitutas y pecadores (Mateo 21,31-32; Lucas 7,37-50; Juan 8,2-11);
̵            Los herejes como paganos y samaritanos (Lucas 7,2-10; 17,16; Mc 7,24-30; Juan 4,7-42);
̵            Los impuros como leprosos y poseídos (Mateo 8,2-4; Lucas 17,12-14; 11,14-22; Mc 1,25-26.41-44);
̵            Los marginados como mujeres, niños, enfermos de todo tipo (Mc 1,32-34; Mateo 8,17; 19,13-15; Lucas 8,1-3);
̵            Los colaboradores del imperio como publicanos y soldados (Lucas 18,9-14; 19,1-10);
̵            Los pobres, o sea, la gente del pueblo y quienes no tenían poder (Mateo 5,3; Lucas 6,20.24; Mateo 11,25-26).
Conclusión. Jesús anunciaba el Reino para todos. No excluía a nadie, pero, su particularidad era de anunciarlo a partir de los excluidos. La opción de Jesús es clara, el llamado también: no era posible ser amigo de él y continuar apoyando el sistema que marginaba a tanta gente. A quien quería seguirlo le mandaba elegir: ‘O Dios o el dinero’. No se podía servir a los dos (Mateo 6,24). ‘Ve, vende cuanto tienes dalo a los pobres. Después, ven y sígueme’, dijo al joven rico (Mateo 19,21).

B. JESÚS RECIBIÓ A LA MUJER Y NO LA DISCRIMINÓ
      La mujer vivía marginada por el simple hecho de ser mujer (Levítico 15,19-27; 12,1-5). ¡No podía haber injusticia mayor! Jesús tomó posición: las recibió y no las discriminó como lo hacía la sociedad de su época. Resucitado, se apareció a María Magdalena, enviándola como mensajera de la Buena Nueva de la Resurrección (Juan 20,16-18).
Conclusión. Jesús retomaba el proyecto inicial del Padre en que la mujer y el varón, con sus diferencias, son iguales en dignidad y valor (Mateo 19,4-5). Al discípulo que pretendía seguirlo, no le permitió que mantuviera el dominio del varón sobre la mujer (Mateo 19,10-12).

C. JESÚS COMBATIÓ LAS DIVISIONES INJUSTAS
      Había divisiones, legitimadas por la religión oficial, que marginaban mucha gente. Jesús, con palabras y hechos bien concretos, denunció o ignoró estas divisiones.
̵            Prójimo y no prójimo. Prójimo es todo aquel a quien uno se aproxima (Lucas 10,29-37).
̵            Judío y extranjero: Jesús atendió el pedido del centurión (Lucas 7,6-10) y de la cananea (Mateo 15,21-28).
̵            Santo y pecador: acogió a Zaqueo y rebatió las críticas de los fariseos (Marcos 2,15-17).
̵            Puro e impuro: Jesús cuestionó, criticó y hasta ridiculizó la ley de la pureza legal (Mateo 23,23-24; Marcos 7,13-23).
̵            Obras santas y profanas: limosna (Mateo 6,1-4), oración (Mateo 6,5-8) y ayuno (Mateo 6,16-18) fueron redimensionados.
̵            Tiempo sagrado y profano: Jesús colocó el sábado al servicio del ser humano (Mc 2,27; Juan 7,23).
̵            Lugar sagrado y profano: Jesús relativizó el Templo; Dios podía ser adorado en cualquier lugar (Juan 4,21-24; 2,19; Marcos 13,2; Juan 2,19).
̵            Rico y pobre: denunció el escándalo del abismo que separaba al rico del pobre (Lucas 16,19-31).
Conclusión. Denunciando las divisiones injustas, Jesús invitaba la gente a definirse frente a los nuevos valores del amor y de la justicia. Algunos lo aceptaron, otros lo rechazaron. A quienes querían seguirlo, les advertía que se prepararan a sufrir las mismas contradicciones y persecuciones (Mateo 10,25).

D. JESÚS COMBATIÓ LOS MALES QUE ARRUINAN LA VIDA
      A través de su acción y su predicación, Jesús combatió el hambre, la enfermedad, la tristeza, la ignorancia, el abandono, la soledad, la letra que mata, la discriminación, las leyes opresoras, la injusticia, el miedo, los males de la naturaleza, el sufrimiento, el pecado, la muerte (Mc 5,41-42; Lucas 7,11-17), el demonio. A quien quería seguirlo, le daba el poder de curar las enfermedades y de expulsar los malos espíritus…
Conclusión. Jesús vino ‘para que todos tengan vida, y vida en abundancia’ (Juan 10,10). (Marcos 3,15; 6,7). El discípulo debía asumir el mismo combate por la vida.

E. JESÚS DESENMASCARÓ LA FALSEDAD DE LOS PODEROSOS
      Entre los males combatidos por Jesús, están los falsos liderazgos. Jesús percibió la mentalidad opresora de los líderes civiles y religiosos.
̵            No tenía miedo de denunciar la hipocresía de los líderes religiosos de la época: sacerdotes, escribas y fariseos.
̵            Condenó la pretensión de los ricos.
̵            Ante las amenazas de los representantes del poder político, tanto de los judíos como de los romanos, Jesús no se intimidó y mantuvo una actitud de gran libertad.
̵            A quienes querían seguirle, les advierte: ‘¡Entre ustedes no sean así!’, como las autoridades de aquel entonces (Lucas 22,26).

Conclusión
En estos gestos de solidaridad Jesús se revelaba como ‘Emmanuel’, o sea, Dios con nosotros (Mateo 1,23), y se convirtió, él mismo, en Buena Noticia para el Pueblo. Por eso atraía a los pobres y marginados. Fue todo un movimiento popular que se formó alrededor de su persona y mensaje (Marcos 1,33.45). Mucha gente seguía a Jesús y Jesús revelaba que ahí estaba el Reino de Dios. El Reino de Dios no es de otro mundo, sino de este mundo organizado desde los pobres en la justicia y el amor.


   parte :  EL  SEGUIMIENTO  DE  JESÚS.


            Mensaje: El Reino se encarna en una nueva forma de convivencia humana. ‘Ustedes deben hacer lo mismo que yo hice’ (Juan 13,15).

            Para entender bien el sentido del seguimiento de Jesús, tenemos que profundizar tres aspectos: Las condiciones, las características y el objetivo, que es la misión.

A. LAS CONDICIONES DEL SEGUIMIENTO DE JESÚS: dejarlo todo por la causa del Reino.

1.      Jesús pasaba, miraba y llamaba
Los que eran llamados lo conocían mediante una convivencia con Él. Era una nueva manera de pensar, vivir, creer… Había avances y retrocesos.
2.      El llamado era gratuito
Pero aceptar el llamado exigía un compromiso. Jesús nunca disminuyó ni escondió las exigencias. Quien quería seguirlo, debía cambiar de vida y creer en la Buena Nueva (Marcos 1,15); dejar su casa, familia y bienes y asumir con El una vida pobre e itinerante; renunciar a sí mismo, cargar su cruz todos los días El acento no estaba tanto en la renuncia, cuanto en el amor que daba sentido a la renuncia.
3.      El llamado de Jesús era como un nuevo comienzo
Era el momento de entrar en una nueva familia, una nueva comunidad (Mc 3,31-35), y de recomenzar la historia: ¡Comenzarlo todo de nuevo! El llamado era ‘el tesoro escondido’ (Mateo 13,44), ‘la piedra preciosa’ (Mateo 13,45-46), en definitiva el valor supremo. ¡Era el Reino llegando!
4.      Unos seguidores pobres
La mayor parte de los que ‘seguían” a Jesús eran gente sencilla del pueblo, sin mucha instrucción: pescadores, del movimiento popular, un publicano… Entre ellos había hombres y mujeres; también algunos más ricos: Juana (Lucas 8,3), Nicodemo (Juan 3,1-2), José de Arimatea (Juan 19,38), Zaqueo (Lucas 19,8). Todos ellos, tanto los pobres como los ricos, podían decir con Pedro: ‘Nosotros lo dejamos todo para seguirte’ (Mateo 19,27).

B. LAS CARACTERÍSTICAS DEL SEGUIMIENTO DE JESÚS: la comunidad como ensayo del Reino.

1.      El compromiso del seguimiento
El mismo llamado tenía dos fines: quedarse junto a Él, o sea, constituir una comunidad y ‘predicar y expulsar los demonios, o sea, la misión. De esta manera, ‘quedarse con Él’ o seguir a Jesús significaba sobre todo:
̵            La convivencia diaria. En la ‘escuela de Jesús’ solo se enseña una materia: ¡el Reino! Y este se reconocía en la práctica.
̵            Participar del destino del Maestro: estar con él en las tentaciones, la persecución y en la muerte.
̵            Después de la Pascua, a la luz de la resurrección, creció una tercera dimensión: Tener la vida de Jesús dentro de sí. Es la dimensión mística, fruto de la acción del Espíritu. ‘Vivo pero ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí’ (Gálatas 2,20).
̵            Dentro de la comunidad más amplia, se formó un núcleo de ‘doce’ que corresponde a las doce tribus del Antiguo Testamento y simbolizaba al nuevo Pueblo de Dios (Mateo 19,28).

2.      La pedagogía del seguimiento
Jesús convivía con sus discípulos y discípulas: comía con ellos, andaba con ellos, se alegra con ellos, sufría con ellos. A través de esta convivencia, el proceso de conversión avanzaba. Veamos algunos puntos de la pedagogía usada por Jesús:
̵            Mandaba observar la realidad, confrontándola con las necesidades del Pueblo y reflexionaba con ellos las grandes cuestiones del momento.
̵            Los incorporó a la misión y hacía una evaluación con ellos.
̵            Los ayudaba a discernir: los corregía cuando se equivocaban y los interpelaba cuando eran lentos.
̵            Los defendía cuando eran criticados por los adversarios y los preparaba para el conflicto.
̵            Procuraba tener momentos a solas con ellos para poder instruirlos; les enseñó a rezar.
̵            Cuidaba del descanso de ellos y pensaba en la alimentación.
̵            La convivencia con Jesús hizo nacer en ellos la libertad para transgredir las normas caducas: tomaban espigas cuando tenían hambre; no se lavaban las manos antes de comer; entraban en las casas de los ‘pecadores’; no ayunaban… Aprendieron de Jesús que las necesidades del pueblo y de la misión tenían prioridad sobre las prescripciones rituales.

3.      La comunidad-modelo del Reino
En esta vida comunitaria junto a Jesús, aparecía el ensayo del Reino que los profetas quisieron ver y no vieron. En ella se concretaba la nueva experiencia que Jesús tenía de Dios como Padre, como Abbá: ‘Papito Dios’. Toda nueva experiencia de Dios traía consigo cambios profundos en el modo de convivir. Veamos algunos:
̵            Todos somos hermanos. Ninguno debía aceptar el título de maestro, ni de padre, ni de guía, porque ‘uno solo es el maestro de ustedes y todos ustedes son hermanos’ (Mateo 23,8-10). La base de la comunidad no era el saber, ni la función, sino la igualdad de todos como hermanos. La primera ley era la fraternidad.
̵            Igualdad entre varón y mujer. Para escándalo de los propios discípulos, Jesús cambió la relación varón-mujer, porque eliminó el privilegio del varón frente a la mujer.
̵            El compartir de bienes. Ninguno tenía nada propio. Jesús no tenía donde reclinar su cabeza. Hacían caja común que era compartida también con los pobres.
̵            Una amistad profunda. ‘Ya no les diré servidores, sino amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre’ (Juan 15,15). La comunión debía incluir alma y corazón.
̵            El poder es servicio. ‘Los reyes de las naciones se portan como dueños de ellas y se hacen llamar bienhechores. Entre ustedes no ha de ser así (Lucas 22,25-26). ‘El mayor será el servidor de todos’. El mismo Jesús daba el ejemplo. ‘No vine para ser servido, sino para servir y dar la vida’.
̵            Poder para perdonar. Este poder fue dado a Pedro, a los apóstoles y a las comunidades. El perdón de Dios pasa por la comunidad, que debe ser un lugar de reconciliación y no de condenación mutua.
̵            Oración en común. Iban juntos en peregrinación al templo, rezaban antes de las comidas, frecuentaban las sinagogas. Y en grupos pequeños, Jesús se retiraba con ellos para rezar.
̵            Alegría. Jesús decía a los discípulos: ‘¡Felices ustedes! Porque sus nombres están inscritos en el cielo’, sus ojos ven la realización de la promesa, el Reino es de ustedes’. Era una alegría que convivía con el dolor y la persecución: nadie se la podía robar.

      Esta era la comunidad-modelo para todas las comunidades que vinieran después. Hacía palpar a Dios más cerca y transformaba las relaciones humanas y sociales, pues el modo de ser de Dios es comunión. Esta comunidad era el rostro de Dios, manifestado en Buena Nueva para el Pueblo. Era la plataforma de donde se partía para la misión del Reino.

C. EL OBJETIVO DEL SEGUIMIENTO DE JESÚS
Los que entraban en la Comunidad o el Movimiento de Jesús eran encargados de anunciar la buena nueva del Reino a los pobres,

1.      Un anuncio hecho realidad
La misión de Jesús era ‘anunciar la buena nueva a los pobres’ (Lucas 4,18). De dos en dos, debían anunciar la llegada del reino. Este anuncio creaba una nueva realidad: se curaba a los enfermos, se expulsaba a los demonios, se anunciaba la paz, se rezaba por la continuidad de la misión. El anuncio del reino formaba parte del proceso de formación. Era el objetivo y la razón de ser de la vida comunitaria alrededor de Jesús.
2.      La prioridad de los pobres
Existían otros movimientos espirituales que, como el de Jesús, buscaban una manera diferente de vivir: los Esenios, los fariseos, y más tarde, los zelotes. Muchos de ellos también formaban comunidades de discípulos. La característica de la comunidad de Jesús consistía al anuncio de la Buena Nueva: el anuncio de la Buena Nueva del Reino era dirigido prioritariamente a los pobres y marginados y, luego, a todos, pero desde ellos. Para Jesús, el Reino es de los pobres (Mateo 5,3) y de los que optan por ellos (Lucas 6,20).
3.      El ejemplo de Jesús pobre
Jesús vivió como pobre. No poseía nada para sí, ni siquiera una piedra para reclinar su cabeza. Mandaba escoger entre Dios y el dinero. Y cuando se trataba de administrar bienes, era necesario hacerlo con eficacia, al servicio de la vida (Lucas 16,9-13). Para Jesús, ser pobre no era sinónimo de vago y descuidado, sino de compartir e igualdad. La pobreza debía también caracterizar la misión. No se podía llevar consigo ni oro, ni plata, ni dos túnicas, ni bolso, ni sandalias, se debía mantener uno en una vida pobre, convivir con el pueblo en sus casas y vivir compartiendo.
4.      El cuestionamiento de las estructuras sociales
̵            Este testimonio diferente de pobreza era el paso que faltaba en el proceso de radicalización del movimiento popular. Por su modo de vivir y de convivir, Jesús denunciaba un sistema anticuado, que en nombre de Dios, excluía a los pobres, y anunciaba un nuevo comienzo que, en nombre de Dios, incluía a los excluidos. Tocaba la raíz del mal e inauguraba la Nueva Alianza con un nuevo Año Jubilar: ‘Proclamaba el año de gracia del Señor’ (Lucas 4,19).
̵            Cada vez que en el Antiguo Testamento se intentó renovar la Alianza, se comenzaba restableciendo el derecho de los pobres y de los excluidos. Así hicieron los profetas, así sucedió con Ruth, en el lamento de Job, en la parábola de Jonás. O sea, se intentaba realizar un nuevo Éxodo. Sin esto, ¡no se puede realizar ninguna Alianza!
̵            Jesús radicalizó la Ley, es decir, la redujo a su ‘raíz’, que es la práctica del Amor a Dios y al prójimo. En las palabras y gestos de Jesús y de la comunidad de los discípulos, Dios se hacía cercano. En la predicación de los escribas y fariseos, Dios parecía inaccesible al pueblo marginado. Jesús hizo realidad la Buena Nueva del Reino que el pueblo esperaba: la Alianza con Dios desde los pobres y la pobreza.

Por todo esto Jesús ejerció una atracción tan fuerte sobre los pobres. Ellos percibieron la novedad del anuncio y lo aceptaron con entusiasmo: ‘Este es ciertamente el profeta que ha de venir al mundo’ (Juan 6,14). Es en este mismo entusiasmo de los pobres que está también la fuente de las tentaciones y de la crisis de Jesús.


   parte :  CRISIS,  MUERTE,  RESURRECCIÓN  Y  MISIÓN.


            Mensaje: el camino de la gloria pasa por el sufrimiento y por la cruz. ‘el Hijo de Dios debía sufrir mucho’ (Marcos 8,31).

            Fue grande el entusiasmo que Jesús suscitó en el pueblo pobre y abandonado de la época. Pero, en la medida en que crecía la popularidad, también crecía la oposición. Jesús entró en conflicto con las autoridades judías y romanas y éstas lograron desaparecerlo: fue la gran frustración de los discípulos que no entendieron la fidelidad al Padre y a los pobres. Veamos los pasos de este proceso.

A. LAS CRISIS POR EL REINO

1.      Al comienzo estuvo la tentación de elegir otros caminos
̵            Desde el comienzo, hubo la tentación de construir el Reino. Para Jesús, se trataba de propuestas que no combinaban con la misión del ‘Siervo sufriente’, asumida por Él desde su bautismo. La presión venía de todos lados: de la familia, los discípulos, la misma gente, del poder del mal.
̵            Juan Bautista espera un Mesías que sea juez severo.
̵            La familia de Jesús lo cree loco y le pide regresar a casa.
̵            El tentador propone 3 falsos caminos.
. Pedro propone el camino del Mesías glorioso sin la cruz.
. El pueblo propone el camino del Mesías rey.
. En la hora de su arresto, aparece el camino del Mesías guerrero…

  1. La crisis de Galilea: renovar el compromiso de los discípulos
a). Confusión de los discípulos y presión de las autoridades
En medio de los conflictos, Jesús salió de Galilea y se fue a la región de Cesárea de Filipo. Allí comenzó a preparar a sus discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que soy yo?’ (Marcos 8,27). Después de escuchar la confirmación de que lo consideraban el Mesías, comenzó a hablar de su pasión y su muerte. A la reacción de Pedro, Jesús le rebatió: ‘¡Aléjate de mí, Satanás! Tú no piensas como Dios, sino como los hombres’. Fue el momento de la crisis. Los discípulos esperaban un Mesías glorioso y querían llevarlo por otro camino. Para vencer la tentación, Jesús se retiró para rezar.
b). Nueva orientación en la misión de Jesús
La oposición creciente lo llevó a Jesús a cambiar su forma de entender y anunciar el Reino, guiándose por la profecía del Siervo (Isaías 53,1-12) Jesús entendió que la manifestación del Reino sería diferente de lo que el mismo se imaginaba inicialmente. La victoria del Siervo llegaría a través de la resistencia, la condenación y la muerte (Isaías 50,4-9; 53,1-12). La cruz aparece en el horizonte, no ya como una posibilidad sino como algo cierto. Veamos algunos puntos importantes de ese cambio:
̵            Pocos milagros, a partir de Marcos 8,27; Mateo 16,13 y Lucas 9,18.
̵            Anuncio constante de la pasión y no como una posibilidad remota.
̵            Cargar la cruz: antes, Jesús anunciaba la llegada inminente del Reino. Ahora las exigencias del seguimiento pasan por el cargar la cruz.
̵            Enseña a los discípulos. Antes enseñaba al pueblo. Ahora les prepara para la misión que vendría después.
̵            Parábolas diferentes. Antes revelaban el misterio de la presencia del Reino. Ahora orientan hacia juicio futuro y al fin de los tiempos.
            Jesús decidió ir a Jerusalén para anunciar el Reino en el centro de los poderes: si no los enfrentaba, ellos lo iban a marginar. Jesús continuó fiel al Padre y a los pobres hasta el extremo. ¡Por eso fue muerto!

2.      La agonía en el huerto fue la última tentaciónEn el huerto, Jesús enfrentó la gran batalla: optar por la vida por el Reino en las peores circunstancias. Por eso rezó y sudó sangre.
a).  La fiesta popular de los Ramos
̵            Pocos días antes de la Pascua se dio el conflicto abierto. En una manifestación popular, el pueblo que venía de la Galilea, tomó las calles de la capital e introdujo a Jesús dentro de la ciudad y del templo como Mesías-Rey (Marcos 11,8-11). Jesús aceptó la manifestación popular y la defendió en contra las autoridades que querían prohibirla. Pero al mismo tiempo, él se mantuvo en su propio camino: sentado en un burro, evocando la profecía de Zacarías (Zacarías 9,9) que no combina con la idea de Mesías-Rey.
̵            Jesús dio un paso más. Entrando en el templo, hizo un látigo de cuerdas y, en un gesto profético de ruptura con el sistema religioso y colonizador, expulsó a los vendedores del Templo: el dinero era el sustento de la religión y de la opresión romana. Esto desató la conspiración para matarlo.
̵            Fue un momento más dramático para Jesús: se encontraba realmente solo. El Pueblo esperaba un Mesías-Rey y las autoridades conspiraban para eliminarlo. Los discípulos no entendían nada.
b).  La víspera de la Pascua
La Pascua era una fiesta cargada de esperanza mesiánica en una situación muy tensa. Jesús se retiró para rezar en el Huerto de los Olivos, en donde experimentó angustia y miedo terribles: “Padre, aleja de mí este cáliz”. Enfrentó la lucha más dura de su vida, que por eso es llamada agonía: estaba postrado en el suelo. Pero la oración le permitió aceptar las últimas consecuencias de su inserción en medio de los pobres: ‘Padre, que se haga tu voluntad y no la mía’ (Mateo 26,42). Cuando los soldados llegaron lo encontraron de pie. Y fue apresado por la traición de un amigo.

B. UNA FIDELIDA SIN FALLA AL PADRE Y A LOS POBRES
En la misma cruz, Jesús no sabía el desenlace: si su muerte iba a beneficiar al Reino. “Padre, ¿por qué me ha abandonado?”. Todo lo confió al Padre: “En tus manos encomiendo mi espíritu”. Fue el abandono total (marcos 15,34). Conoció todo lo que tiene que sufrir los pobres que no aceptan pasivamente que las cosas sigan igual. Por todo esto, Dios lo exaltó y le dio el nombre que sobrepasa todo nombre (Filipenses 2,9).

1.      El objetivo último de la inserción de Jesús en medio de los pobres era revelar al Padre
Situándose en el movimiento popular, corrigió sus distorsiones nacionalistas e institucionales que desviaban al Pueblo de la Alianza, y reveló el verdadero sentido de la Alianza, de la Buena Nueva del Reino. Jesús no fue un Mesías intermediario. Él era la semilla del Reino, la revelación del Padre que era el Dios de los excluidos y a los empobrecidos, y que les anima a liberarse.

2.      Jesús nunca buscó una salida individual
Nunca buscó privilegios para sí. Nació pobre, lo que para Él su máxima libertad. Eligió quedarse al lado de los pobre y construir el Reino desde ellos. Jesús no tuvo miedo de provocar conflictos, ni aún con las personas más queridas, para poder mantener la COMUNIÓN con el Padre y con los pobres.

3.      Como Siervo obediente, la obediencia de Jesús no era una virtud al lado de las otras.
Jesús obedeció la realización del Reino, o sea la única posibilidad que tenía el Reino para acontecer.
̵            La salvación o sea el Reino no puede venir de los ricos: quedaría excluida la inmensa mayoría. Sólo los pobres organizados y creyentes en Yahvé, el Dios de los pobres, pueden construir la fraternidad entre ellos, desde ellos y para todos.
̵            No se trata de beatificar la pobreza como miseria, que es inhumana y contraria al plan de Dios. La pobreza vivida y exigida por Jesús es la organización de la igualdad y de la fraternidad.
̵            La conversión de los ricos (las autoridades, los poderosos…) y de los cómplices de los ricos, se dará, según la profecía del Siervo sufriente de Isaías (52,13-53,12), por la pasión y muerte que están sufriendo los pobres en manos de los ricos de hoy y mañana. Estos pobres creyentes, organizados en fraternidad e igualdad (en particular en las CEBs), son hoy el Siervo sufriente, el Mesías salvador, el Pueblo liberador a imagen (colectiva) de Jesús. Se está dando poco a poco y con la fuerza del Espíritu la plenitud del Reino.


C. LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

1.      El desamparo de las y los discípulos
̵            Después de la muerte de Jesús, los discípulos se dispersaron fuera de Jerusalén. Para ellos, el proyecto de Jesús había fracasado.
̵            Pero, poco a poco, la experiencia vivida con Jesús despertó en ellos la conciencia de su presencia y la continuación de su actuar. No todo había muerto.
̵            La experiencia de la resurrección obró en ellos como un rayo, como un temblor de tierra, primero en las mujeres y después en los varones. Superaron el miedo y se reunieron nuevamente, recuperaron la fe, reencontraron el valor de continuar la misión por el Reino. ¡Ellos mismos resucitaron! Resumen esto en la experiencia de los discípulos de Emaús (Lucas 24,33-35).

2.      La nueva realidad de Jesús resucitado
Tenemos que entender que los Evangelios nos cuentan más un proceso de fe que de historia. Es un cierto tiempo después de la muerte de Jesús, que las y los discípulos de Jesús se dieron cuenta que Jesús seguía presente con ellas y ellos.
Entonces empezaron a recordar los hechos e interpretarlos de una nueva manera. De hecho, el desafío era cómo interpretar la muerte de Jesús. Entonces, ciertos acontecimientos posteriores a la muerte de Jesús fueron leídos como manifestaciones de su presencia, porque así lo eran. Surgió la conclusión: Jesús resucitó, no se quedó muerto.

3.      La construcción del Reino continúa
̵            Las y los discípulos se sintieron llamados a constituir una Comunidad tal como lo habían experimentado con Jesús. Se volvieron a reunir y a hablar de todo lo que les había sucedido con Jesús. Y se sintieron llamados a continuar lo que decía y hacía Jesús por el Reino.
̵            Nacieron distintas Comunidades, además de Jerusalén: Samaria, Galilea, la de los Judíos de Grecia y Egipto que se habían convertido. Luego las Comunidades de Pablo…
̵            Nacieron diversas redacciones: la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sus dichos, sus milagros… Luego de 40 años, los evangelistas empezaron a escribir una historia teológica de Jesús: su nacimiento, su vida, su predicación, sus milagros, su pasión y muerte, su resurrección, las apariciones y el envío en misión.


D. LA MISIÓN DE LAS Y LOS DISCÍPULOS
Los seguidores de Jesús tenemos una gran misión al servicio del Reino. Ahora somos la palabra de Jesús, actualizamos sus milagros, completamos ‘lo que falta a su pasión’, hacemos real y viva su resurrección, por la fuerza de su Espíritu: somos la presencia viva del Reino.

1.      Primero reconocer a Jesús y a su Reino vivo entre nosotras y nosotros
No podemos hablar sólo de lo que pasó ayer con Jesús. Conocer lo que dijo e hizo Jesús es insuficiente. Tenemos que reconocer que Jesús resucitado está vivo entre nosotros y que su Reino sigue creciendo hoy. Eso fue la experiencia de las y los discípulos de Jesús. La fe en Jesús se manifiesta por la construcción de su Reino.
Este Reino se construye de mil maneras, y los cristianos no tenemos la exclusiva de su crecimiento. Todas las personas de buena voluntad y todos los grupos y las organizaciones que trabajan a favor de la vida, del bien común, de la fraternidad, de la paz… también construyen el Reino. Hay que valorar todo lo que se hace por el Reino, de dondequiera que venga.

2.      Luego vivir de tal manera que hagamos acontecer el Reino
No podemos quedarnos sólo en reconocer que el Reino está creciendo sino colaborar en ello. Sabiendo que el Reino lo abarca todo, nuestros compromisos serán personales y colectivos, sociales y económicos, culturales y políticos, familiares y profesionales, espirituales y ecuménicos…
Estas exigencias quedarán troncadas si nos quedamos en un compromiso individual. Es necesario conformar grupos y comunidades. Estos grupos y comunidades nos ayudarán primero a entender mejor dónde y cómo se destruye, y de qué maneras construirlo más eficazmente.
a).  Conformar grupos de toda índole que hagan crecer el Reino en los distintos espacios de la vida personal, de la sociedad e incluso de la naturaleza.
b).  Conformar comunidades cristianas para profundizar la experiencia de Jesús, la historia de la Iglesia, las vivencias de las Iglesias cristianas, las experiencias de todas las religiones con relación al Reino.

3.      También comunicar este reconocimiento del Resucitado y del crecimiento del Reino.
No podemos quedarnos solo en reconocer a Jesús resucitado y su Reino creciendo. Este encuentro personal y esta experiencia de Reino vivo nos llevan a comunicarlo, primero, entre nosotros y nosotras, luego con los que nos rodean. Esto fortalecerá nuestra esperanza y nuestros esfuerzos de discípulas y discípulos de Jesús construyendo su Reino. Esto ayudará a nuestros hermanos y hermanas a revivir en su fe y compromiso por el Reino.

4.      En fin, celebrarlo humana, cristiana y ecuménicamente
Es el tercer paso que queda para nuestro vivir cristiano su plena dimensión: la de la fiesta, desde nuestra fe. Tenemos que celebrar personal y colectivamente, por una parte, esta presencia del Resucitado en nosotros y entre nosotros, y, por otra, la construcción del Reino de Dios hoy por nosotros, por mucha gente, muchos grupos y muchas organizaciones. Estas celebraciones darán una dimensión transcendental a lo que hacemos, buscamos y somos: como si tocáramos del dedo al Resucitado y la plenitud de su Reino. Así, luego, nos será más fácil rezar, discernir la vocación y la misión que nos toca realizar, integrarnos como comunidad viva y continuar a trabajar por el Reino.


“Cristo, en cuanto evangelizador, anuncia ante todo un reino, el reino de Dios;
tan importante que, en relación a él, todo se convierte en ‘lo demás’
que es dado por añadidura.
Solamente el reino es pues absoluto y todo el resto es relativo (Mateo 6,33)”.
(Papa Pablo 6º: ‘La Evangelización del mundo contemporáneo’ 8)

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